En tu vida profesional seguro que te has topado con el rol de directivo, bien por activa (lo has ejercido tú) o bien por pasiva (has trabajado en un equipo dirigido por alguien).
Pero empecemos por el principio para que no haya dudas: ¿qué es realmente un directivo?
Para hacerlo simple, diremos que un directivo es aquella persona que en el ámbito profesional tiene una o más personas a su cargo. Todos los empresarios son directivos, salvo que gestionen un negocio solo con máquinas y autómatas, que no conozco hoy en día (y espero que no llegue nunca) pero no todos los directivos son empresarios, obviamente.
¿Un autónomo o emprendedor es un directivo?
Pues aplicamos el mismo criterio: si tiene personas a su cargo, sí. También puede ser que coordine a otros autónomos colaboradores en un proyecto, por lo que se podría considerar un pseudo-directivo (coordina, dirige…)
Queda claro, ¿verdad? Ahora vamos a lo que nos interesa.
Analizando y estructurando a los directivos
Existen varias formas de catalogar a los directivos (éste es mi ego, que sale para poner etiquetas). De forma simple, podemos hablar de directivos buenos y malos, en función de la huella que te ha dejado cada uno, o el nivel de autocrítica que tengas contigo mismo/a si tú has tenido la gran oportunidad de serlo.
El mal #directivo se limita a ejercer el poder mientras que el bueno se gana la autoridad y el #reconocimiento de los demás @DavidQuesadaR Clic para tuitearDe los malos ya he hablado en Cómo combatir el liderazgo tóxico: los recuperables, los desechables, el ejecutivo gaviota, el medallista olímpico… ¡Menuda fauna!
Aprovechando la oportunidad que me brinda Ana Bizarro de participar en el Calendario 2018 centrado en la Espiritualidad, hoy voy a referirme a los buenos. O más en concreto, a los medio-buenos, los buenos y finalmente, los que más me interesan: ¡los mega-buenos!
Los Directivos medio-buenos
Son aquellos que se preocupan por sacar adelante a sus equipos y negocios dando prioridad a los resultados y a la producción.
Piensan que de esta forma también están ayudando a las personas que dirigen. Quizás sí, o quizás no, aunque lo cierto es que las personas no están el centro de atención permanente.
Su nivel de espiritualidad es nulo. Lo asimilan más a un tema puramente religioso, místico, fuera de toda lógica mundana.
Solo se podrán llegar a replantear sus creencias respecto de la espiritualidad si les ocurre alguna vivencia traumática como un problema serio de salud, la ruina total, etc.
¡Dios no lo quiera! O quizás… ¡Bendita desgracia, si te abre la mente!
Los Directivos buenos
Se preocupan por su gente a la hora de tomar decisiones. Los resultados y los números son importantes… ¡y las personas también!
Saben que si se rodean de colaboradores motivados y comprometidos, será todo más fácil. Y para ello tienen que dedicar tiempo a cultivar esa motivación y compromiso, porque no llueve del cielo.
En cuanto a la espiritualidad, no les suena a chino, aunque la consideran un mundo desconocido. No lo saben, pero están bastante preparados para entrar en ella. ¡Tiempo al tiempo!
Los Directivos mega-buenos
Acumulan todos los rasgos que caracterizan a los directivos buenos y añaden otros, tanto más beneficiosos para su espíritu:
- Practican la espiritualidad en su día a día.
- Saben que nuestro espíritu trasciende más allá de nuestra vida.
- Buscan la felicidad propia y la de los que les rodean.
- Viven lo que les ocurre de manera consciente y toman los malos momentos dentro y fuera del trabajo como un aprendizaje. Uno de sus lemas: ¡O tienes éxito o aprendes!
- Cultivan valores como la generosidad, ayudar a los demás, indulgencia, humildad, altruismo, empatía, tolerancia, cooperación… ¡y la lista sigue!
Son, en definitiva, personas con una Inteligencia Emocional muy trabajada. Te hablo de ellas con más detalle en este artículo.
Quizás te preguntes… ¿realmente existen directivos así? Pues afortunadamente sí, aunque hacen falta muchos más. El mundo andaría mucho mejor.
Vamos a verlo con un ejemplo, que es como mejor se entienden las cosas.
Imagina un directivo, empresario en este caso, que se enfrenta a la difícil situación de reducir la plantilla significativamente para mantener la viabilidad del negocio. En total 10 personas de las 100 que trabajan en el negocio. ¿Cómo afronta la situación, según el tipo de directivo que es?
- El directivo medio-bueno toma la decisión con firmeza y con la conciencia tranquila porque los números le dan la razón y por el bien de las personas que seguirán manteniendo sus empleos. Deja que su responsable de Recursos Humanos se encargue de notificar y gestionar los despidos. Vamos, que se desentiende de la parte más humana del proceso.
- El directivo bueno se preocupa por cómo afectará la decisión, tanto a los que se van como a los que se quedan. Por eso, se encarga personalmente de comunicarlo con antelación y de explicar abiertamente los motivos que le llevan a tomar tan difícil decisión. Se reúne personalmente con cada afectado y su responsable directo. Contrata a una empresa externa de recolocación para que les ayude a encontrar trabajo lo antes posible.
- El directivo mega-bueno medita y reflexiona profundamente, además de todo que hace el directivo bueno, sobre la situación y sus consecuencias. Agradece verbalmente y en silencio todo lo que le han ayudado las personas que mañana ya no estarán en la empresa, y se acordará de ellas a menudo. Siente gratitud y pide perdón por los errores cometidos.
Las bondades del directivo mega-bueno
Con los años he aprendido las bondades del directivo mega-bueno e intento ponerlas en práctica en mi día a día y ayudar a otros directivos a incorporar los beneficios de la espiritualidad, quitando trascendencia en un principio, para que les sea más fácil de aplicar.
Les digo
Si buscas ayudar a los demás de manera #consciente y entiendes que buscando su #bienestar también logras el tuyo, ya estás practicando la #espiritualidad @DavidQuesadaR Clic para tuitear- Algunos me preguntan: ¿Cómo podemos ser seres espirituales en un mundo tan competitivo y capitalista como en el que vivimos?
- Buena pregunta. Suelo contestarles: «Empieza por influir positivamente en tu entorno personal y profesional más cercano. No busques cambiar el mundo. Busca mejorar tu entorno y transmite tus valores positivos entre los que te rodean. Predica con el ejemplo… ¡y el mundo ya cambiará!»
Un ejemplo de lo que te acabo de explicar en el párrafo anterior vino a mí estos días, en forma de película-documental mientras escribía este artículo: Encontrando la Felicidad.
¿Casualidad? Seguro que no…
David Quesada
Consultor-Coach-Mentor en Dirección de RRHH y Organización
Transformer & Formador de directivos y equipos y Conferenciante
Ofrece soluciones prácticas a empresarios, directivos/as y responsables de equipos para mejorar la salud económica, social y emocional de su organización.
Encuéntralo en www.david-quesada.com , en Facebook como InstitutoLidertivo y también en Twitter
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Maite dice
Hola David,
yo se de uno que le va a venir muy bien tu artículo.
Yo he sufrido a directivos malos, muy malos, que lejos de sacar lo mejor de mí, me impidieron desarrollar mis talentos en beneficio de la empresa, y a la postre, de mí misma. Sin embargo, aunque en su momento llegué a sufrir lo indecible, gracias a esa experiencia me afirmé en mi voluntad de querer ser libre profesionalmente y desarrollar mis talentos a través de mi propia empresa. Aún está en pañales, pero se que algún día me convertiré en directiva, así que valga tu artículo como una semilla en mi futura función directiva.
Gracias por contribuir a llevar consciencia al mundo empresarial, que gran falta hace.
Un abrazo!
David Quesada dice
Supiste ver lo bueno en lo malo y sacar provecho… Buen aprendizaje! Los hay que tienen mucho camino por recorrer y están lejos de tomar conciencia. Los que tenemos más a tiro son los que quieren hacer algo diferente por el bien de todos (de sus equipos, empresas y de ellos mismos). A ellos nuestro deber es orientarlos y ayudarles con herramientas prácticas. tenemos trabajo! 😉
Gracias Maite por tus comentarios!
Marta Bernal dice
¡Hola, David!
Primero de todo, gracias por el maravilloso artículo.
Como dices, hace falta más directivos mega-buenos, conscientes de su espiritualidad y sepan aplicar la gratitud, el amor y la bondad en el trabajo que realizan. Ya que así las empresas que gestionan irán mucho mejor y harán feliz a muchas personas, que es lo que importa (ayudarse y ser felices).
Ojalá, poco a poco, la consciencia espiritual llegue a las empresas para mejorar los equipos que gestionan.
De nuevo, millones de gracias 🙂
Un abrazo y,
espero que ayudes a muchos empresarios a ser su mejor versión para humanizar sus negocios y sus vidas 😉
David Quesada dice
¡Gracias Marta!
Mantengamos la esperanza y la convicción de que es posible y que lo vamos a conseguir. ¡Vale la pena el reto!
Un abrazo
Sayuri dice
Guau, un gran artículo que hace pensar y reflexionar sobre el mundo que nos rodea. No había pensado nunca que el liderazgo pudiera estar tan estrechamente relacionado con la espiritualidad. Ahora sí me queda claro que así es y por qué. ¿Algún consejo para indicar a alguien que se acerque a este camino espiritual para ser mejor jefe sin ofenderle? Muchas gracias. Un saludo
David Quesada dice
¡Buena pregunta Sayuri!
La siguiente práctica puede servir para un primer acercamiento: «cada noche cuando te vayas a dormir, agradece mentalmente tanto a aquellas personas que te han ayudado en cualquier cosa durante el día, por insignificante que sea, como a aquellas que aparentemente no lo hayan hecho». A estas últimas también les damos las gracias porque nos ayudan a ser conscientes de otros puntos de vista, otra forma de hacer las cosas o incluso de maneras de comportamientos que rechazamos con los que debemos aprender a convivir.
¡Espero que te sirva!
Un abrazo.
María Sánchez Fabián dice
Hola. Me ha encantado tu artículo, sin duda alguna prefiero ser una verdadera líder. Hay muchos directivos que deberían de aprender y cambiar un poco la «táctica» que siguen… En mi vida no me he encontrado a ninguno bueno por el momento, espero algún día encontrar a alguno porque seguro que los hay. Saludos.
David Quesada dice
¡Hola María!
Te aseguro que los hay, aunque es verdad que todavía son minoría. También tengo que decir que los colaboradores tenemos nuestra parte de responsabilidad en ayudarles a ser buenos líderes, porque hay algunos que conozco que quieren serlo pero que las malas experiencias con muchos empleados no les permiten imaginarse otra forma de hacer las cosas. Al final, cuando directivos y colaboradores con buena voluntad se encuentran, ¡el equipo es imparable!
¡Un abrazo y gracias por tu aportación!
Florencia Pagano dice
Hola.
Soy una eterna optimista y siempre pienso que el mar está lleno de pequeñas gotitas de agua. En mi caso, trato (no siempre lo consigo, pero trato) de ser cada día más paciente, de ayudar y ser generosa con mis cercanos, y veo que a partir de ello mucha gente ha cambiado su actitud.
Creo que de a poco lo vamos a ir logrando. Saludos y gracias por tu artículo!
David Quesada dice
¡Gracias por tu perseverancia Florencia! Gotita a gotita haces un gran trabajo, ¡seguro!
Un abrazo
Gabriela dice
Hola David! Excelente artículo coincido en cada palabra que dices y soy fiel creyente de que liderazgo sin espiritualidad es dictadura.
En ciertos trabajos anteriores he tenido malas experiencias con ciertos directivos del estilo medio buenos lo cúal no digo lo contrario pero me ayudaron a ver lo feo que se ve y se siente en el equipo su tipo de liderazgo así como también he tenido directivos mega buenos en donde he sentido un confort para desarrollar al máximo mi potencial.
Siempre agradezco estas dos situaciones de las cúales he aprendido mucho y me han ayudado bastante a lanzarme junto con mi pareja en los negocios online.
Gracias por compartir, un fuerte abrazo!
David Quesada dice
¡Genial Gabriela! Saber aprender de los dos tipos de situaciones que describes impulsa nuestro aprendizaje, eleva nuestra conciencia y nos empodera. ¡Os deseo muchos éxitos en vuestros proyectos personales y profesionales!
Eliana dice
Wow David qué difícil es ser un directivo bueno y uno mega-bueno en este mundo competitivo en el cual estamos viviendo, incluso yo que siempre he trabajado en el ámbito educativo, en donde lo espiritual debería tener más cabida, no he tenido la suerte de encontrarme con este tipo de directivos, tal vez porque mi frecuencia vibratoria no ha atraído a este tipo de líder, además me sorprendo al leer tus líneas y saber que este tipo de personas pueden existir en las instituciones, personas con las que se puede conectar más allá de lo laboral y llegar a hacer sinergia desde lo espiritual, que grandioso seria que cada empresa tuviera al menos un par de jefes así, creo que todo sería totalmente distinto. Gracias por compartirlo, he aprendido mucho con este post.
David Quesada dice
¡Gracias a ti Eliana! Y si no encontramos a este tipo de líderes, pues a los más receptivos les daremos formación en espiritualidad practicando con el ejemplo. Con tus actos y tus pensamientos estás plantando más semillas de las que piensas en la conciencia de los demás, ¡incluidos los jefes! 😉
Reina Cor dice
Hola: ciertamente el directivo mas estimado, es aquel que se gana el apreció de los demás más allá de su cargo.
Y como tampoco están obligados a comportarse así. Muchos se limitan, simplemente a otorgar las ordenes. Para el cumplimiento del trabajo.
Excelente publicación. 🙂
Diana Garces dice
Bueno, yo he conocido a cada uno de los directivos que mencionas y el de la espiritualidad te digo que al principio cuando se encaminó en esa vía fue brutal. Era muy difícil tratar con él porque estaba tan «elevado» que daba miedo, y cuando bajaba a tierra nos trataba súper mal. Yo creo que llegas a se bueno después de muchos años y de no olvidar que lo espiritual es genial pero estamos en esta tierra y hay que saber vivir con ambas cosas 🙂
Una anécdota que me trajo muchos aprendizajes a mi vida 😉
David Quesada dice
Genial Diana! Canalizar la espiritualidad y adaptarla al mundo terrenal también requiere de tiempo y experiencia. Objetivo: conectar los distintos niveles de conciencia que hay en la empresa para que nadie se sienta fuera. Un abrazo!
Guillermina dice
Hola David!
Qué bueno que traigas a colación este tema.
Considero que para un director mega-bueno es una satisfacción enorme dirigir a personas que se sienten felices trabajando a su lado y esa felicidad se retroalimenta.
Debo decir que tuve dos directivos con estilos extremos. De ambos puedo rescatar algo bueno y aprendí de ellos sobre qué cosas me gustaría adoptar y cuáles no.
Coincido en que cuando buscas el bien de los demás, atesoras felicidad interior
Excelente tu artículo David.
Un saludo!
David Quesada dice
¡Gracias Guillermina!
Saber sacar siempre algo bueno de cada situación, positiva o negativa, es una virtud que se logra con un nivel elevado de conciencia. Si lo incorporamos en nuestro ADN dejaremos de sufrir y daremos buen ejemplo. ¡Sigue con ello! 🙂
juanma dice
Hola Ana, David, gracias estupendo artículo David. Yo no he tenido la suerte de conocer a buenos directivos, mucho menos con conciencia y aplicando la espiritualidad, de hecho estoy aquí porque el último que tuve un consejero delegado de una empresa multinacional, una naviera concretamente, llego de un día para otro y era arrogante, autoritario, lo dejaré ahí. Al final resulta que me hizo un favor, aunque entonces hace 3 años, evidentemente no lo sabía. Pero bueno eso es otra historia.
David Quesada dice
Alejarnos de aquello que nos hace sufrir y no podemos cambiar, nos da el poder y la libertad.
¡No pierdas la esperanza Juanma! Hay buenos directivos y si a ello le sumamos buenos colaboradores conscientes, les ayudaremos a sacar lo mejor de ellos y de nosotros.
Saludos.
Alexandra - Cursos de liderazgo dice
Increible blog, me gustaría comentar que uno de los desafíos
más complicados que cualquier persona tiene,
es ser líder. Un líder tiene que influir en los demás,
no por poder sino por decisión, no por
imposición sino por inspiración. El líder debe de buscar
motivar a su equipo desde lo más íntimo de su ser, que lo sigan por convicción y por una motivación genuina.
Ser un líder así, aporta bastante al éxito.