Echo la vista atrás y recuerdo aquellos momentos en que aún miraba las cosas «malas» que me ocurrían como algo ajeno a mí. Y no puedo evitar sonreír.
Me quedaba «hipnotizada» contemplando lo que ocurría en mi vida como si se tratara de una película, como si yo sólo fuera una espectadora.
Los hechos se sucedían allá fuera y me acababan afectando como por «casualidad». Así lo vivía yo.
Contemplaba esos sucesos sin mirarme a mí a través de ellos. Y, por supuesto, buscaba las causas (y los «culpables») fuera de mí.
Sé sincero… ¿Esto te ocurre a veces a ti, sin que ni siquiera lo cuestiones?
[tómate un tiempo para activar tu conciencia] … sentémonos unos minutos ¡!Confieso que a mí aún me pasa, a veces, durante algunos instantes.
Antes era lo habitual.
Y sonrío con ternura cuando evoco a aquella Cristina, como cuando ves a tu hijo o a tu sobrino tan convencidos de que los Reyes Magos o Papá Noel existen.
Es casi igual de infantil vivir así.
Pongamos varios ejemplos de «cosas malas».
- Perder tu empleo
- Romper con tu pareja
- Caer enfermo…
De hecho, me voy a quedar con este último ejemplo para desarrollarlo más, pero el punto de vista que te propongo, sirve para cualquier eventualidad que vivas desde el conflicto, el dolor y/o el miedo.
Para mí, fue un antes y un después empezar a contemplar, de veras, mi enfermedad como una extensión de mi estado interno. Cuando aprendí a utilizar la enfermedad y lo que ésta me hacía sentir, para verme a mí.
Las cosas se movieron de verdad cuando dejé de luchar contra mi enfermedad y me atreví a mirarla de frente y a mirar incluso, más allá de ella.
Hacía unos años que había sido diagnosticada de una enfermedad considerada crónica: Espondilitis Anquilosante. Sufría dolores y limitaciones severas desde hacía mucho tiempo y muy a menudo.
Te puedes imaginar la rueda en la que me metí en un principio: dolor, limitación, frustración, rabia, miedo…
Sentía que la situación era injusta y, como sentía que no tenía nada que ver conmigo, yo era una completa víctima de mi dolencia. Una víctima asustada y sin poder, a su merced.
Esto iba en aumento:
- cada vez más víctima,
- cada vez más enferma,
- y así sucesivamente.
La visión nueva con la que aprendí a contemplar mi contexto, que me sanó y que hoy te propongo, es a lo que yo llamo espiritualidad. Y no a seguir un credo o a realizar unos rituales concretos.
Y es esa espiritualidad la que hoy te presento en este post.
¿Qué es la espiritualidad y para qué puede servirte a ti ahora?
La espiritualidad es abstracta
A mi entender, la espiritualidad es abstracta y puede adaptarse a tu estilo de vida, cultura o tradición sin problemas. Y esto es así porque en la espiritualidad auténtica, lo que menos importa es la forma. Es una cuestión de fondo.
Así que puede adoptar cualquier modo de manifestación que se adapte a ti y a tu circunstancia. Lo que cuenta es la esencia.
En cierto modo, ser espiritual está de moda. Se aceptan cada vez más ciertos conceptos que nos permiten adentrarnos en ella de forma más consciente y deliberada.
Y eso es estupendo. Y me encanta que así sea.
Sin embargo, la espiritualidad ha estado y está en todas partes. Incluso en aquellos ambientes en los que aparentemente reina el conflicto. Porque, vuelvo a repetir: es una cuestión de fondo y no de forma.
Tal y como yo lo vivo y experimento…
La espiritualidad es el arte de utilizar la sabiduría que siempre ha estado en ti, para relacionarte con lo que sea que estás viviendo, de un modo que se transforma en crecimiento y dicha Clic para tuitearParece magia, pero no lo es. O sí…
En todo caso, se trata de algo sencillo y natural que nos parece extraño únicamente porque nos hemos ido alejando de nuestra esencia sin darnos cuenta.
Esa sabiduría de la que hablo siempre está a nuestro alcance, aunque hemos erigido un montón de «muros» en nuestra mente que nos han alejado, aparentemente, de ella.
Pero esos muros no son reales. Los hemos creado nosotros y nosotros mismos podemos deshacerlos, si así lo decidimos.
La espiritualidad sirve para …
Transformar lo que sea que estás viviendo como un problema, en una gran, grandísima oportunidad.
Y no es retórica. No son palabras bonitas. Es mi experiencia.
Yo lo hice con mi enfermedad.
Después aprendí a aplicar lo mismo a otros asuntos, pero mi logro más «palpable» seguramente sea el de haber sido capaz de trascender una enfermedad considerada crónica.
Cómo apliqué la espiritualidad en mi enfermedad
Mi vivencia personal
He contado esta historia de muchas formas y en bastantes ocasiones. Así que voy a contarte mi vivencia con la enfermedad de forma muy breve y resumida.
Puedes leer un poco más a fondo sobre ello, aquí si te interesa.
Como ya te dije, «estaba enferma». Lo escribo entre comillas porque para mí ahora, eso de estar enfermo no es un estado tan objetivo como yo creía antes (y como muchos siguen pensando a día de hoy)
El caso es que estaba diagnosticada de una enfermedad considerada crónica y padecía severos y continuos dolores y limitaciones. Lo pasaba mal, la verdad.
Mi enfermedad era un círculo vicioso
Mientras más sufría por la enfermedad, más aumentaba mi juicio sobre la misma y mi lucha psicológica contra ella. Aumentaba mi rabia, mi sensación de impotencia y mi percepción de mí misma como víctima.
Sin darme cuenta de que esta interpretación no me ayudaba a mejorar y me causaba más dolor que la enfermedad en sí misma.
Todo cambió cuando de veras comprendí, en lo más profundo de mí, que era libre de cambiar mi experiencia de la enfermedad. Clic para tuitearTenía esa posibilidad.
Quizá no sabía cómo hacer desaparecer mi malestar físico. Al menos, no de forma directa e inmediata. Pero sí podía comprometerme de verdad a aprender a vivirla de otro modo. A sacarle partido.
Y me centré en ello.
Final y sinceramente, solté la necesidad de cambiar mi experiencia externa.
Puse todos mis recursos en aprender a transformar algo que sí dependía de mí directamente: mi experiencia interna para sanarme. Clic para tuitearPuede parecerte nimio o insignificante. Puede parecerte un autoengaño. Pero esto, si se hace de verdad, lo cambia todo.
De hecho, en mi caso, ¡hasta cambió mi estado físico!
Cuando hice un cambio profundo en mi relación con mis síntomas y los utilicé para conocerme y tomar decisiones nuevas en mi vida, empecé a encontrarme mejor.
Empecé a recuperar una fuerza física que ya había olvidado y a sorprenderme de vivir largos periodos de tiempo sin que el dolor hiciera acto de presencia. Algo que ya era impensable desde hacía muchos años.
Lo que hice fue dejar de ver la enfermedad como la causa de mi sufrimiento y empecé a verla como lo que de verdad era: una consecuencia, un síntoma de mi sufrimiento previo y, en gran medida, inconsciente.
Había normalizado muchos aspectos del modo en qué vivía mi vida. Y no los cuestionaba.
Pero me generaban contradicciones e incoherencia. Ausencia de realización y una carencia alarmante de falta de sentido.
Me responsabilicé de mi dolor.
Aprendí a mirarme a mí a través de la enfermedad. Y comprendí muchas cosas. Clic para tuitearA día de hoy, me considero recuperada. El dolor no viene a verme y mi vida ya no está limitada por mi dolencia. Me encuentro bien y he aprendido mucho de todo ello.
A día de hoy, veo mi experiencia con la enfermedad como una gran bendición. Una gran oportunidad de trascenderla y trascenderme a mí misma.
Me siento muy agradecida por ello. ¡Quién me lo iba a decir!
Puedes utilizar tu dolor
Evoca una situación dolorosa para ti.
Piensa en tu sufrimiento y míralo de este modo: el dolor ya lo tienes, ya está aquí.
Sea un dolor físico o emocional. Sea una enfermedad o un conflicto personal que te duele en lo más hondo.
Eso que ocurre y el dolor que sientes, no lo puedes cambiar. Es un hecho.
Y ahora tienes dos opciones:
- O bien contemplas la situación de forma espiritual (o no dual)
- O lo haces de modo no espiritual (o dual).
Me explico un poco mejor:
- La percepción no espiritual es seguramente, el modo más conocido y más utilizado por ti.El más automático y cómodo. El que requiere menos esfuerzo. Al menos, a priori.Percibes tu vivencia como algo negativo y ajeno a ti. Entonces, reaccionas según tu personalidad. De nuevo, tienes dos opciones:
- O te resignas o luchas. Como podrás ver con claridad, en ambos casos el sufrimiento está garantizado. Parece distinto, pero no lo es. Son dos caras de una misma moneda
- Por otro lado, está la opción de adoptar la visión espiritual. Este modo de contemplarlo todo, se aleja de los polos y se dirige al centro. Aquí tiene cabida todo aquello que antes se consideraba contradictorio.
Puedes, por ejemplo,
- Reconocer que sientes dolor, y al mismo tiempo, dejar de luchar contra él. Acogerlo, aceptarlo y experimentarlo sin miedo y sin juicio.
- Permanecer ahí hasta que se transforme de forma natural en otra cosa y puedas ver la oportunidad o el bienestar más allá de él. Sería algo así como aprender a estar bien estando mal.
Te animo encarecidamente a que explores esta segunda opción y te dejes sorprender por la Vida.
Se abrirán puertas que no habrías sospechado que existían.
¿Nos acompañamos?
El tema del que hoy te he hablado es abstracto y sutil. Además, amenaza el modo convencional de ver las cosas.
Puede que te haya quedado algún grado de confusión tras leer esto.
No obstante, si lo que has leído hasta ahora resuena en algún rincón de tu conciencia, y tienes la sensación de que esta perspectiva puede serte de ayuda para abordar algún asunto de tu vida… ¡Ven a visitarme!
- Te animo a que visites mi web, te des una vuelta por mi contenido y/o te suscribas a mi newsletter. Tengo algunos regalos para ti si quieres empezar a entrenar tu mente para ver más allá de tus condicionamientos inconscientes y tomar elecciones nuevas y más libres. Échales un vistazo.
- Si te apetece, también puedes escribirme directamente para que podamos intercambiar algunas impresiones. Será un placer para mí conocerte.
Me despido, de momento y te animo a compartir conmigo y el resto de lectores tu punto de vista a través de los comentarios. Estaré encantada de contestarte.
Sobre la autora: Cristina Hortal
Acompaño a personas hacia un autoconocimiento progresivo, para que descubran sus condicionamientos y límites inconscientes y puedan dejar de identificarse con ellos.
Les guío a que utilicen esa liberación para tomar decisiones valientes más en coherencia con quiénes son de verdad.
Soy autora de este blog y de tres libros de temática afín.
Fuente foto destacada: Shutterstock
Carme dice
Potente post Cristina ¡Felicidades!
Creo totalmente en el Poder que cada individuo tiene de cambiar su vida en cualquier área.
Sin embargo no es sencillo, ya que requiere responsabilidad, compromiso con uno mismo, y curiosamente he observado la pereza que da dedicar unos minutos a mirar a este Ser Divino que hay en nosotros.
La idea de Ana en querer dedicar este año al tema espiritual me parece genial por la cantidad de clics mentales que la gente va a recibir, tanto si se lo cree como si no.
Aporto mi testimonio de que es posible sanar el cuerpo puesto que he vivido esta experiencia en propia persona, aunque mi caso es muy leve.
Ojala que muchas personas se atrevan a comprobarlo por ellas mismas.
Gracias el valor que aportas al mundo.
Un abrazo !!
Cristina Hortal dice
Hola Carme, muchísimas gracias por estar ahí y por tus palabras.
Lo del poder que todos tenemos para cambiar la propia vida… totalmente de acuerdo. Sin embargo, creo que a menudo se malentiende y nos pasamos la grandiosa fase de asumir antes nuestra vida. Abrazarla, vivirla sin reservas, sin rechazos ni evitaciones.
Lo más poderoso que he experimentado, ha sido soltar la soberbia de pensar que la vida se equivocaba y ocurría algo que no debía estar ocurriendo.
No estoy diciendo que no podamos modificar nuestras circunstancias porque prefiramos otras, pero cuando se hace desde la asunción total previa de lo que hay, se gana en poder y libertad.
Y, curiosamente, se consiguen resultados infinitamente más asombrosos.
Se cambia porque se trasciende, se va «más allá de», pero integrando «el problema».
Los cambios que se hacen desde el juicio, el miedo, la evitación y el rechazo, no son profundos. Y «el problema» regresa de un modo u otro.
Esa es mi experiencia.
Es sutil y abstracto para explicar por escrito, pero tú me entiendes ;).
Te mando un abrazo enorme y, de nuevo, gracias.
Ana dice
¡Hola Cristina! A mí también me apetece comentar.
En mi caso he vivido la enfermedad muy de cerca con 15 años de diabetes en mi madre. Falleció muy joven. Yo también lo era y no entendía nada o muy poco.
No voy a hablar de la enfermedad pero si de la prevención. Una cosa es sanar, que está muy bien. Pero ¿Qué nos aconsejas para prevenir? ¿Piensas que es igual de importante o mejor que se «materialice» para evolucionar de manera más profunda?
¡Gracias por esta perlita que dejas en mi blog! Lo vamos a exprimir al máximo.
Cristina Hortal dice
Hola Ana, ¿como estás? ¡Yo encantada de charlar contigo por aquí!
Es una buena pregunta esa que planteas.
Verás, siguiendo con la perspectiva espiritual… Ninguna de las dos posibilidades es mejor que otra en realidad. Sólo que cada proceso tiene características diferentes y consecuencias distintas.
Y a veces, puede convenirnos una experiencia más que otra, y puede que ésta no coincida con la que nosotros (desde nuestra perspectiva ordinaria, dual y limitada) creemos que es mejor.
Teniendo en cuenta que la enfermedad muestra algo de nuestro inconsciente que está en conflicto y que no vemos por nosotros mismos, la enfermedad «nos ayuda» a verlo si estamos dispuestos a mirar.
En ese sentido, es una oportunidad; una fase curativa, si se utiliza.
Sin duda, experimentar de primera mano la enfermedad en toda su crudeza, sentirte desbordado del todo, para acabar hallando recursos en ti que desconocías y trascenderla, es absolutamente liberador. Nunca vuelves a ser el mismo.
Resulta natural entonces, utilizar lo descubierto en otros asuntos dolorosos y conflictivos.
Te has enriquecido con herramientas nuevas.
Sin embargo, Siempre tenemos señales que nos muestran nuestro inconsciente: puede ser un síntoma más pequeño, algo ocasional, un accidente, una circunstancia vital que se repite…
Si estás dispuesto a utilizar cada cosa que te duele para mirar en tu interior con honestidad y valentía, y hacer lo pertinente para reestablecer tu equilibrio, quizá no sea necesario enfermar.
Quizá si escuchas antes el mensaje que te trae tu vida, tu cuerpo no necesite «gritarte».
Sin embargo, de verdad que no creo que haya una opción mejor que otra.
Yo amo haber vivido lo que viví con mi enfermedad. Con todo lo que fue.
Reconozco que, yo personalmente, necesitaba un aviso así de potente para espabilar :).
Espero haber contestado a tu pregunta.
Un abrazo, Ana. Y gracias por abrirme las puertas de tu blog.
Saúl dice
¡Hola Cristina! La verdad es que todo lo que cuentas me suena mucho, pues también ha sido mi experiencia.
Siento que abrirnos a ver dónde nos lleva la enfermedad y comprenderla como una oportunidad de evolución tal como nos explicas, es clave si de verdad queremos asumir la responsabilidad total de nuestras vidas.
¡Un abrazo y gracias!
Cristina Hortal dice
¡Hola Saúl! Muchas gracias a ti por tus palabras.
Sí, la enfermedad es una gran oportunidad si la utilizamos para averiguar qué nos cuenta de nosotros y nuestra vida. Y hacer algo con esa información recibida, también.
Entonces es cuando lo que parecía (a los ojos de la mente «ordinaria») algo «malo», se transforma en magia. Un puente hacia una versión mucho más elevada de nuestro yo, en cualquier aspecto.
Y no son palabras bonitas. Acaba siendo tangible y cada vez más demostrable.
Tú lo has vivido y lo verás a menudo en las personas con las que trabajas.
Es hermoso.
Gracias, Saúl. Un abrazo grande.
Mireia Ravell dice
¡Felicidades Cristina! Me ha gustado mucho el post.
A mi, hace unos meses, también me diagnosticaron una enfermedad…y lo primero que hice, fue autocompadecerme de mi y verlo como la causa de mi sufrimiento. Me lo he estado repitiendo como un mantra y esto lo único que he conseguido, es que otros aspectos de mi vida empeoren…y otra vez, vuelva a verlo todo como un sufrimiento. Es como un círculo vicioso.
Voy hacer, como tu bien dices, intentar cambiar mi relación con los síntomas y utilizarlos para conocerme y así poder decisiones.
Muchas gracias y un abrazo!
Cristina Hortal dice
Hola Mireia
Muchas gracias por tu comentario.
Sí, la reacción más habitual (por instinto y por aprendizaje) es juzgar la enfermedad y posicionarse contra ella.
Mi experiencia es que la enfermedad se origina a partir de un conflicto emocional inconsciente. Y, con esta reacción, lo que hacemos es convertir ese síntoma en otro conflicto. Con lo cual, todo empeora. Puede dar lugar a que otras áreas de nuestra vida se resientan, incluso que aparezcan otros síntomas asociados.
Te invito a que dejes de juzgar lo que te ocurre, no te resistas y vívelo sin sufrimiento añadido.
Desde esta claridad, podrás darte cuenta de cosas que no están equilibradas en tu vida, que si no hubiera aparecido la enfermedad, no te hubieras dado cuenta.
¡Fuerzas!
Ana dice
Hola Cristina,
este es de esos post que te llevan a reflexionar, mirarte, escucharte… y dejar de luchar con esas situaciones «malas» que «nos tocan», o esas emociones que rechazamos. Intento respetar cuando me siento triste, frustrada o enfadada e ir más allá para descubrir qué ocurrió que abrió esa puerta. En muchas ocasiones sólo el parar a observarlo hace que vuelva la calma.
Aunque desde luego esto es mucho más leve que entender una enfermedad o dolor.
Gracias por tus palabras.
Cristina Hortal dice
Hola Ana
El principio de lo que comentas es el mismo que yo estoy sugiriendo en el post.
En el fondo, los grados de dificultad están más en nuestra mente que en otro lugar.
Como dices, el mero hecho de observar tu estado, te devuelve la calma. Y, además, puedes descubrir información muy útil para comprenderte mejor y obrar en consecuencia.
¡Enhorabuena por tu coraje de abrirte a ser honesta contigo!
Eliana dice
Cristina y Ana, nuestro cuerpo y su amorosa forma de comunicarse con nosotros. Estamos tan acostumbrados al lenguaje de palabras, imágenes y formas que no aceptamos otra manera de comunicación, y nuestro cuerpo, que no habla pero grita, usa el dolor como único recurso que consigue para dialogar. Las grandes farmacéuticas nos han hecho creer que el dolor es malo, que una vez que el dolor está allí hay que hacerlo callar, como ese comercial de analgésicos que dice que las mamas no toman reposo, como si el cansancio y el dolor corporal no pudieran por ningún motivo ser aceptados. Pero tal como lo plasma Cristina en este hermoso post, si nos detenemos y abrazamos al dolor, si lo entendemos como la única forma que tiene nuestro cuerpo para comunicarse con nosotros, es allí cuando conseguiremos el verdadero sentido de una enfermedad que comenzó desde una emoción no sanada, que nos susurró primero a través del síntoma, y que luego vino el dolor a abrazar nuestro cuerpo para proteger nuestra alma. Un abrazo a las dos.
Cristina Hortal dice
Hola Eliana
Muchísimas gracias por tu aportación. Yo no lo hubiera expresado mejor. De verdad, agradecida por estas enormes y valientes verdades.
Estamos acostumbrados a ver el mundo desde el prisma de lo dual (las cosas son buenas o malas) y a la enfermedad la demonizamos.
Y así nos va.
y no hablo de quedarse resignado enfermando más y más. Hablo de abrazarla,escucharla, atenderla y hacer cambios (en la vida, en el cuerpo, en la mente…), pero desde la alegría de vivir, y no desde el miedo.
Un placer charlar contigo brevemente, aunque sea por este medio. ¡Abrazos y salud consciente a esa familia bella!
Dorit dice
Gracias por traernos este post tan genial, Ana. Muchas gracias por compartir tu historia Cristina y como aceptar tu enfermedad te ha ayudado a mejorar tu vida e incluso a recuperarte. Aunque ni de lejos puedo comparar mis dolencias con tu enfermedad crónica, me voy a aplicar el cuento de aceptarlo en vez de resistirme a lo que me pasa. Tu post me ha recordado el libro Kintsukuroi de Tomás Navarro que acabo de empezar a leer y me está gustando mucho. Él se centra más en el dolor emocional pero sus consejos van en línea con los tuyos.
Cristina Hortal dice
Hola Dorit, muhas gracias a ti por leernos y por dejar tus palabras.
Celebro que lo hayas disfrutado y que te haya abierto alguna «puerta nueva» en tu mente :).
¿Sabes lo que he descubierto? Que no hay grados de dificultad en la superación de una dolencia. Da igual lo grave que sea. Los principios son los mismos.
Lo que sí suele ser cierto, es que hay más posibilidades de que la persona «se ponga las pilas» y revise a fondo su vida cuando la dolencia es más intensa.
Igual te digo con el dolor emocional. No deja de ser otra forma de síntoma, así que se puede aplicar de igual manera.
No conocía ese título, ¡le echaré un vistazo!
Gracias de nuevo, Dorit, y un abrazo enorme.
Olivia dice
Hola Cristina me ha encantado tu post, gracias por hacernos llegar tu propia experiencia y como has aprendido de ella, como has podido recuperarte a través de la transformación mental y emocional. El cuerpo es sabio, y se expresa como un niño cuando llora con lo que llamamos enfermedad, y todavía no hemos descubierto del todo nuestra propia capacidad interna de recuperación, menos mal que hemos avanzado mucho en estos últimos años sobre todos estos temas. Gracias, un abrazo.
Cristina Hortal dice
Hola Olivia, gracias por tus palabras.
Muy de acuerdo contigo. Aún estamos «en pañales» en esto de tomar conciencia de todo nuestro potencial. Y, sobre todo, a nivel oficial y social, distamos mucho de que la mayoría represente este cambio de paradigma.
¡Pero en ello estamos! Y el mensaje no deja de propagarse.
Es mirando hacia dentro que encontraremos las respuestas que buscamos. En todos los sentidos.
Un abrazo y gracias por mantener tu mente abierta. Eso es un regalo que le haces al mundo :).
María dice
Hola, Cristina:
Te he leído no una, sino dos veces, y me sigue costando entender la filosfía/creencia/estilo de vida espiritual que te lleva a aceptar el dolor como parte de tu vida y cómo esa aceptación te libera. Entiendo tu historia y «entiendo» el proceso, pero no consigo convencerme de que la aceptación es suficiente para sentirte mejor. ¿Me va a dejar de doler la espalda si acepto que me duele la espalda? ¿O me dejará de doler si voy al osteópata, hago ejercicio y me preocupo de tener la postura correcta? El dolor es un aviso de que algo va mal. Hay que localizar ese «punto conflictivo» y ponerle remedio cuanto antes mejor, sin pararse a pensar en su origen lejano. Y creo que eso va mucho más allá de «aceptar» que el punto existe.
Cristina Hortal dice
Hola María, gracias por tu comentario.
La verdad es que te comprendo muy bien. No nos resulta fácil el cambio de paradigma. Me ocurrió por años.
El enfoque que comentas (combatir el síntoma) parece el más sensato. A mí personalmente , sólo me sirvió (durante 10 años de enfermedad) para encontrar soluciones temporales.
Y es que lo que yo propongo es un enfoque que no tiene polos opuestos.
Aceptar de corazón el dolor en el momento presente (no buscar intelectualmente su origen lejano) no está reñido con responsabilizarte de tu salud, adquiriendo hábitos que le hagan las cosas más fáciles al cuerpo.
De hecho, mi modo de cuidarme también incluye el ejercicio diario y la alimentación equilibrada.
Sólo digo que tratar al cuerpo de forma aislada, trae resultados parciales. Y esto es así porque nuestro cuerpo no está separado de nuestros procesos mentales y emocionales. Se unen a través del sistema nervioso, el sistema endocrino…
En fin, que somos un todo. Y muy a menudo, olvidamos la parte más sutil. La que no se ve.
Muchas gracias de nuevo, María, por ponerle palabras a las resistencias que muchos tendrán ante mi propuesta. Un abrazo grande.
Karina dice
Hola!!
Leyendo el post y los comentarios me he tenido que parar y pensar detenidamente sobre el tema. En mi caso no he tenido ninguna vivencia en la que haya tenido que transformar la energía negativa que me aportaba en todo lo contrario. Pero si que entiendo que en situaciones que nos toca vivir en las que ya no hay vuelta atrás y que no nos aportan nada lo mejor es «intentar» darle la vuelta para sacarle partido. Y digo «intentar» porque habrá que tener el valor, la madurez y la fortaleza suficiente para poder hacerlo. Enhorabuena por ser de estas personas que han tenido la capacidad de hacerlo.
Besos para las dos!!
Cristina Hortal dice
Hola Marina, gracias por tu aportación a este artículo.
Sí… ¿No te ha ocurrido nunca que todo salió mal en algún asunto y sentiste que todo se derrumbaba, y de pronto, apareció una oportunidad nueva?
¿Cómo que después de esa tormenta, el sol brillaba con más fuerza que nunca? Emergía una fuerza nueva y más sólida dentro de ti, se te ocurrían soluciones más ingeniosas, y oportunidades impensables salían a tu paso.
A mí me ha ocurrido muchas veces.
La más espectacular a través de mi enfermedad. De hecho, desde entonces, aprendí a tomarme todo tipo de dificultad, de la misma manera.
Y he ganado mucho.
También te digo que no siempre lo consigo, pero cada vez cuesta menos :).
Tengo la sensación de que, de algún modo, sí sabes a lo que me refiero.
Un abrazo y gracias de nuevo.
Mª Cristina dice
Hola Cristina, he leído tu post en profundidad y aunque no estoy completamente de acuerdo contigo sí que creo que, la aceptación de la enfermedad es un paso necesario para poder continuar con nuestra vida sin amargarnos.
Muchas gracias por compartir tu experiencia
Un abrazo
Cristina Hortal dice
Hola María Cristina
No es necesario estar de acuerdo. De hecho, lo realmente efectivo y transformador para ti, será lo que experimentes por tu cuenta.
Y yo te invito a investigar. A cuestionar algunos límites que asumimos de forma automática.
Gracias por tus palabras.
Gabriela dice
Hola Cristina! En primer lugar, felicidades me encantó tu artículo gran forma de cambiar algo que impacta en la vida de muchos para verle lo bueno para lograr que aquella situación influya en tu vida de otra manera. Soy fiel creyente del gran poder que tenemos las personas al trabajar dentro del marco de la aceptación, espiritualidad y actitud para decidir la forma de como vemos el mundo y como lo vivimos.
Me quedo con tu frase «Aprender a estar bien, estando mal» hiciste algo admirable y te felicito nuevamente.
Abrazos!
Cristina Hortal dice
Hola Gabriela, disculpa porque me demoré en responderte.
Muchísimas gracias por tus palabras y, de verdad, celebro que seas consciente del poder intangible que reside en tu interior.
Aunque no siempre sepamos cómo usarlo, si insistimos a indagar en nuestro ser con honestidad y apertura, las respuestas llegan.
Gracias de nuevo, y te deseo una gran salud y felicidad consciente.
Amparo Bonilla dice
Las enfermedades son avisos, estoy de acuerdo con eso y de como enfoquemos las cosas hace que se agraven o que nos curemos, nunca he pensado en esto de la espiritualidad, pero si te dio resultado y es tu experiencia, pues genial tener en cuenta todos estos avisos que recibimos a diario.
Cristina Hortal dice
Hola Amparo
Sí, es un nuevo modo de ver la enfermedad y que a mí personalmente, me dio grandísimos resultados.
No puedo evitar apasionarme y extender el mensaje.
Sé que yo lo logré porque antes, alguien «sembró» en mi mente, esa posibilidad. Y yo hago esto mismo con gusto para el que esté dispuesto a regar esa semilla en el jardín de su mente. (¡Cuánta metáfora, jeje!).
Abrazos y gracias.
Diana Garces dice
Bueno, como dice María esto puede ser complicado de entender, yo en lo que creo es que tenemos un inmenso poder en nuestra mente y que tenemos además, la habilidad de cambiar nuestra realidad, si realmente queremos y estamos dispuestas a ello, que esa es otra cosa.
Tú puedes creer que estás cambiando y que no quieres vivir tu enfermedad, pero a la final estás esperando que pase algo y ese esperar es lo que no permite que sanes realmente. Esto de la fe o la espiritualidad es como un entregarse, un permitirse vivir la vida como llegue aceptando que tu realidad la puedes cambiar si realmente, y de corazón, estás dispuesta a aceptar que el resultado sin apegos, esto significa que sanes o que no. Porque a veces lo que tienes que aprender es precisamente a vivir con esa enfermedad.
Cristina Hortal dice
Hola Diana, gracias por expresar con palabras tan cercanas esta idea de responsabilidad que propongo.
El cambio desde la resistencia y la lucha, es superficial. Si no dejas que el dolor te atraviese y te transforme por dentro, los cimientos del «problema» seguirán intactos.
Y le has dado en el punto con tu frase final :). La aceptación honesta es la que sana, pero si en el fondo lo haces como una estratagema para evitar lo que juzgas como negativo, no funciona.
Es sutil y resbaladizo para muchos. Lo entiendo.
Pero se puede ir entendiendo con la suficiente apertura.
Muchas, muchas gracias por compartir tu visión. Muy valiosa a mi entender :).
Cami a l'estel dice
Felicidades por este post tan interesante y con el que estoy totalmente de acuerdo.
Lo más fácil en el caso de una enfermedad o de un problema, es buscar un culpable o buscar quien te lo solucione, en lugar de responsabilizarte y bucear dentro tuyo para ver que es lo que esa situación te está enseñando. Porqué siempre hay una lección para aprender y que nos ayudará a crecer espiritualmente y mejorar.
Cristina Hortal dice
Hola Odina
Muchas gracias por comentar.
Cómo dices, buscar el culpable y la solución «fuera» de uno mismo, es la opción automática. La más cómoda a corto plazo.
A largo plazo, no acaba resultando la más «fácil» en absoluto porque uno entra en un círculo vicioso de lucha y dolor agotador y que no conduce a ninguna parte.
¡Abrazos!
David Quesada dice
Me encantan tus reflexiones Cristina! Hay varias frases que me las quedo en mi botiquín de prevención: «veo mi experiencia con la enfermedad como una gran bendición», «puedes utilizar tu dolor» o «aprende a estar bien estando mal». He tenido la suerte hasta hoy que la salud me ha acompañado, pero eso no quita que tenga que preparar mi mente y mi conciencia por si algún día me falta… bendita espiritualidad! Gracias por compartir tu experiencia de vida. Un abrazo.
Cristina Hortal dice
Hola David, gracias por tus palabras.
Todas tuyas (y del mundo) estas reflexiones, jeje.
Realmente, es una filosofía que yo aprendí desde la enfermedad pero que descubrí que se podía aplicar a cualquier «síntoma vital», como yo le llamo a los conflictos personales que se repiten en nuestra vida.
Así que la aceptación plena y honesta de cualquier cosa que nos desafía, es la puerta de entrada a la transformación. Así ha sido para mí.
Gracias por estar ahí, yo también estaré atenta a tus palabras en este sitio. ¡Cuídate!
Arezky Hernandez dice
Hola Cristina,
¡me ha encantado tu post!
Has concretado hermosamente tu visión de la espiritualidad de una forma que a mi se me hace útil y me transmite algo concreto.
Igualmente tu historia de moverte del modo «me pasa» al modo «soy responsable y depende de mi» es una hermosa historia de cómo los cambios de pensamientos y forma de interpretar «el afuera» impactan posteriormente en cómo «el afuera» se manifiesta.
Sabias palabras, sabia historia, un ejemplo de cómo podemos hacer Milagros con nuestra vida.
¡Gracias!
Beatriz dice
Era hoy el momento de leer con calma tu artículo Cristina. Somos muchas las que hemos elegido la enfermedad como vía de aprendizaje para descubrir con honestidad y sinceridad quienes somos.
No es fácil cuando estás envuelta en dolor, miedo e incertidumbre salir de ahí. Tu cuerpo enfermo te limita y te muestra de una forma muy evidente que en ti hay conflicto.
Descubrir que la enfermedad ya está aquí y que ahora es momento de abrazarla con amor profundo es un clic interno muy potente.
En mi caso la aceptación profunda implico que la enfermedad se fuese disolviendo poco a poco.
Gracias por compartir tu experiencia y aprendizajes vitales. Aunque nada tienes que aprender, pues todo está ya en ti.
Maite dice
Hola Ana, hola Cristina,
por fin llegó el día de ponerme al día con vuestros artículos. Y no podía ser otro…
Me ha encantado tu artículo, tu visión y experiencia de algo que efectivamente genera muchas resistencias, a nadie le gusta escuchar que es responsable de su vida, y mucho menos de su enfermedad.
Yo personalmente no he experimentado esa sensación de que algo pasa «para mí» con la enfermedad física, pero sí con enfermedades del alma, con miedos y situaciones que antes veía ajenas a mí. Y me costó muchos años (de hecho sigo en ello), pero solo en el momento en el que aprendí a aceptarlas y verlas como un regalo para conocerme más y seguir creciendo, dejaron de hacerme daño.
Gracias por compartir tu experiencia, y sobre todo por darle un sentido, y ser inspiración y espejo donde mirarse.
Un abrazo cósmico!
juanma dice
Hola Ana, Cristina. Gracias por el articulo Cristina, creo que activar la conciencia como tu mencionas aquí conlleva un antes y un después en la vida de cualquier persona. En mi caso no he tenido la experiencia en el ámbito de la enfermedad, si en el ámbito profesional. No perdí mi empleo, aproveche las circunstancias después de muchos años como 30 años en total y en la última empresa, 15 años, cuando la cosa empezó a torcerse, empezaron a putearme, a exigirme porque si y después de un año y medio en esa situación, ya era un gran esfuerzo levantarme para ir a trabajar, ya sentía una angustia brutal, un vacío muy grande y decidí saltar en contra de todos y de todo, tome conciencia de que debía haber algo más, empece a hacerme las preguntas correctas y las respuestas que obtenía no me gustaban para nada. Decidí saltar sabiendo que podía caer, pero en el fondo de mi Ser también supe que podía volar. Preciosa y enriquecedora la definición que haces de la espiritualidad y totalmente de acuerdo. Muchas gracias.
Edwin Rodrigo dice
Muy de acuerdo con los comrntarios de cada uno sobre todo con el articulo que sobre el tema espiritual que casi no se toca cuando estamos enfermos pareciera fisico.
Pero somos seres espirituales alma y cuerpo
Ese ser divino que llevamos dentro como equilibrar desde mi experiencia ayuno y oracion grasias a Dios estoy muy bien padecia AR gastritis cronica y otros males que ni yo sabia ahora corrigiendo alimentasion y ayunos estoy muy bien de echo los medicos no me encuentran nada espero alguien le sirva mi experiencia.