Confieso que cuando Ana me propuso escribir en su calendario anual hablando sobre espiritualidad, me entró auténtico pavor.
Era una idea que me atraía mucho, pero participaría junto a grandes personas y profesionales a los que admiro, con un largo recorrido espiritual, y mi primer pensamiento fue “me encantaría, pero yo no soy una experta en espiritualidad, y aún a veces dudo si realmente soy una persona espiritual”.
No eres tus pensamientos.
Sin embargo, me detuve a observar ese pensamiento, me separé de él, y me di cuenta de que quien hablaba era el miedo
- a no dar la talla.
- a la crítica
- a no ser capaz…
Y entonces, desde mi centro, contesté un rotundo “sí”.
Y decidí que hablaría, precisamente, de cómo yo vivo la espiritualidad. Porque
- ¿Qué es ser espiritual?
- ¿Acaso no vivimos la espiritualidad cada uno de una forma?
El miedo como motor de crecimiento
El miedo es un guardián ancestral de nuestra zona de confort, y su misión era asegurarse de que no saliéramos de ella para no poner en peligro nuestra supervivencia.
Pero resulta que ya no vivimos en una selva rodeados de leones (!!), y la mayoría de los miedos que tenemos hoy en día, no tienen nada que ver con nuestra supervivencia. Solo que nuestro cerebro reptiliano aún no lo distingue.
De ahí la importancia de ser conscientes de ello, de saber identificar la emoción y descifrar el mensaje correcto.
El mensaje del miedo es “prepárate”. Es en esa preparación, en ese esforzarnos por dar lo mejor, donde evolucionamos. Clic para tuitearAsí que el miedo se ha convertido en:
- mi mejor aliado
- mi motor de crecimiento y transformación
Ahora sé que el miedo no desaparece, siempre va a acompañarme y por eso, decidí convertirlo en mi aliado y escuchar el mensaje correcto.
Recuerdo que, después de una primera infancia en la que era una niña curiosa, intrépida y atrevida, me convertí en una persona muy miedosa, que continuamente limitaba sus experiencias y reducía cada vez más su zona de seguridad o confort.
La anestesia emocional cuando no tienes las herramientas adecuadas
Miedosa hasta el punto de convertirme en algo casi inerte.
Había sufrido tanto que veía en la anestesia emocional y el aislamiento personal mi salvación.
Pero a la larga, eso solo hizo crecer más mi sufrimiento. Cambié de cárcel, pero seguía siendo prisionera.
Prisionera:
- de mis miedos
- de mis creencias limitantes
- de mis pensamientos…..
- en definitiva, prisionera de mi mente.
Aunque por aquél entonces, yo no lo veía así. Ni mucho menos.
Totalmente secuestrada por mi ego, le echaba la culpa de mi sufrimiento a:
- los demás
- mis padres
- mi pareja
- mi jefe
- la sociedad…..
No había nada que yo pudiera hacer, eran los demás los que me hacían sufrir. Mi vida era una cruel broma del destino. ¿Qué pintaba yo aquí, en este mundo?
No le encontraba sentido a mi vida, solo veía oscuridad y desesperanza.
Estaba totalmente desconectada de mí misma.
- Me veía como alguien ajena a mí misma, sin capacidad alguna para decidir sobre mi vida.
- No me gustaba cómo era.
- Me culpaba por no ser capaz de salir de aquel vacío, por dejarme llevar
- por no tener huevos para tomar mis propias decisiones.
Aborrecía incluso mi cuerpo, que durante mucho tiempo fue diana de mis reproches, y un blanco fácil a quien culpar de mi incapacidad de ser YO.
A menudo me compadecía de mí misma: ¿Cómo me iba a querer si ni siquiera soportaba mirarme al espejo? ¿Por qué “me ha tocado” este cuerpo?
En mi cabeza solo tenía instalado el disco de las lamentaciones, y el tema estrella: las constantes lamentaciones.
Resumiendo mucho, podríamos decir que era una auténtica persona VIP: Víctima Insatisfecha Perpetuamente. Clic para tuitearCuando te comprometes con tu vida y comienzas a despertar
Hasta que mucho tiempo después, cuando el dolor se hizo insoportable y tomé la decisión de responsabilizarme de mi vida, me di cuenta que había estado buscando en el lugar equivocado.
Me di cuenta de que no es que “la vida que me había tocado» era así y punto, sino que “la vida me había tocado PARA mí”.
La vida era un reflejo de lo que había en mi interior. Lo que yo descubriera y construyera en mi interior nada tenía que ver con mis padres, mis jefes, o mi culo gordo.
No es cuestión de descubrir qué puede hacer la vida por mí, sino qué puedo hacer YO por la vida.
Así es como poco a poco:
- comencé a conocerme
- a desmontar la historia que me había contado
- a derrocar el personaje
- y conectar con mi yo esencial.
Después comencé a conectar con algo más profundo, más allá de mi yo físico, de mis pensamientos, de mis emociones. En definitiva, conecté con mi espiritualidad.
Justo cuando conecté con mi Propósito Superior, con aquello que le daba a sentido a mi vida más allá de mi propia realización personal.
Espiritualidad, Religión, Filosofía
Yo vengo de una tradición cristiana.
Estudié en un cole de monjas y la religión estaba muy presente en mi vida. Y aunque de pequeña sentía muy claramente que había “algo” superior, un Dios o algo inexplicable que velaba por mí, veía en la religión algo limitante y castrador.
El bien y el mal, el pecado original, el “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”, la férrea moralidad cristiana…. fueron alejándome de esa conexión con “Dios” y creando en mí un rechazo frontal a todo lo que tuviera que ver con la espiritualidad.
Y entonces encontré en el Existencialismo el aliado perfecto para empezar a cuestionar la religión en la que me había educado, y cuestionarme otras alternativas que explicaran nuestra existencia.
- ¿Para qué estamos aquí?
- ¿Cuál es el sentido último de la vida?
- ¿Qué hay más allá de la muerte?
Pero eso derivaba en un conflicto interno mayor, porque la gran influencia que había ejercido la religión en mí me llevaba sentimiento de culpa que no me permitía declararme agnóstica, o al menos atea.
Como no encontraba solución a este conflicto, y cada vez eran mayores mis preguntas sin respuesta caí en el Nihilismo, justo después de mi primer desengaño amoroso en los albores de la adolescencia. O sea, “choque con incendio”.
Después vinieron años de búsqueda descontrolada a través de experiencias mundanas, conductas auto destructivas, más negación de mí misma…. y al final: resignación.
Me resigné a vivir la vida como se supone que había que vivirla.
Ante mi total incapacidad de encontrar mis propias respuestas, me “tragué” las que otros me daban.
A ver si al final (me decía) van a tener razón y yo ni pincho ni corto en lo que me ha tocado en la vida.
Y así empecé a vivir en modo “supervivencia”, pulsé el botón de Piloto Automático y me dediqué a sobrevivir de lunes a viernes y beberme y comerme mi frustración los fines de semana o cada vez que necesitaba una salida rápida.
Hasta que ya no pude más y decidí seguir esa voz que siempre me había susurrado por dentro y acabó gritándome a voces que ése no era el camino. Decidí tomar las riendas y hacerme responsable de mi vida.
Justo después de ese compromiso conmigo misma, la vida me ofreció una oportunidad para empezar de cero. Ésa fue la primera vez que experimenté la “magia” de estar en armonía con algo más grande que yo misma.
Podría decirse que fueron los albores de mi despertar espiritual,,cuando decidí empezar en el lugar adecuado. Empecé a buscar las respuestas dentro de mí, debajo de capas y capas de miedos, máscaras, historias.
Lo que vino a continuación puedes leerlo aquí
Pero hoy quiero contarte cuáles fueron los retos más importantes de mi propio camino espiritual.
Cómo ese despertar me llevó a conectar conmigo misma y con mi Propósito, con mi camino en la vida más allá de la vocación profesional que durante tanto tiempo había buscado en vano.
1) NO TE CREAS NADA
La primera vez que llegó a mí la idea de que yo no era los miles de pensamientos que pasaban cada día por mi cabeza, se abrió un mundo de posibilidades ante mí. Clic para tuitearHabía estado tan apegada durante tanto tiempo a aquello que mi mente “pensaba” que era, que el solo hecho de plantearme una alternativa diferente era como tener barra libre en una tienda de chuches cuando tienes 5 años.
Empecé a dejar de mirarme el ombligo y compadecerme de mí misma por no tener de los demás lo que quería y a poner mi foco en lo que yo podía dar a los demás.
Sentí que esa aparente “desconexión” de mis necesidades me conectaba con algo más grande, que a su vez, de alguna manera, me llenaba por dentro.
Lo mismo experimenté cuando descubrí que tampoco soy lo que siento. Es más, yo puedo gestionar y hasta crear mis propias emociones.
Desde pequeña me había identificado con esas emociones recurrentes en mi vida: tristeza, frustración, culpabilidad, melancolía… Y por eso me sentía atrapada en un barco sin rumbo en el que otros llevaban el timón.
Pero cuando me liberé de esas cadenas y comencé a experimentarme más allá de mis emociones descubrí que SOY:
- mucho más que lo siento en cada momento
- la propia creadora de mis emociones
y que esa capacidad creadora surge cuando consigo conectar con esa Fuente que hay en mí.
2) ACEPTACION
Otro pequeño gran ejercicio que supuso un acercamiento importante a mi espiritualidad fue empezar a aceptar lo que ES, incluida yo misma.
Caí en el error común de confundir “aceptación” con “resignación”
Después comprendí que la aceptación es, simplemente, no luchar contra lo que es, sino aceptarlo como está siendo, sin cambiarlo. Clic para tuitear- Comencé con ejercicios simples, como aceptar que mientras escribo esto hace mucho calor, sin caer en la tentación de quejarme o querer que hiciera más fresco.
- Después empecé a practicar la aceptación de los demás, de sus circunstancias, de su comportamiento, sin tratar de cambiarlos, ni siquiera de comprenderlos. Simplemente aceptarlos.
- Y finalmente practiqué la aceptación de mí misma.
Esto fue lo que más me costó, y aún sigo en el proceso, que nunca acaba. No es fácil aceptarse uno mismo sin antes reconciliarse con su pasado, con quien uno fue, con su niño interior.
Hay una frase que para mí lo cambió todo y dice más o menos así:
Honra quien eres hoy, porque eres la mejor opción de todas las que había para ser quien eres hoy
Esa frase se la escuché a Josepe García parafraseando a su maestra Joaquina Fernández, y fue como un ¡zas, en toda la boca!
A partir de entonces, comencé a honrar no solo lo que yo soy, sino lo que son los demás, lo que la vida me ofrece.
Cada respiración, cada gota de lluvia, cada oportunidad, cada dificultad, todo es como tiene que ser. Todo trae un regalo que solo pueden ver los ojos que quieren verlo.
Todo está bien.
Y eso me conecta con la GRATITUD, otro de los ingredientes fundamentales que elevan nuestra conciencia y nos acercan a ese orden superior o más profundo, más allá de nosotros mismos.
3) GRATITUD
Cuando nos quejamos de que nos faltan muchas cosas, lo que más nos falta es la gratitud. Uno de los ejercicios que más me gusta practicar para conectar con la Fuente es recopilar todas las cosas por las que estoy agradecida.
Cada mañana me levanto dando las gracias y cada noche me acuesto agradeciendo lo vivido.
Cuando agradecemos estamos llevando nuestra atención a lo que tenemos, y cuando nos enfocamos en lo que tenemos -y no en lo que nos falta- conectamos con la Abundancia.
Empezamos a vivir desde el amor y no desde el miedo (a no tener suficiente, a no ser suficiente…)
Y desde ahí tomamos mejores decisiones, en coherencia con lo que ya somos, sin apegarnos a lo que queremos conseguir.
Agradecer lo que tenemos – y lo que estamos por recibir – nos mantiene en nuestro camino, nos ayuda a vivir en propósito, porque la gratitud nos libra del miedo, de la escasez, es abundante y nos da coraje.
4) VIVIR DESDE EL AMOR
Cuando comencé a imbuirme en el mundo del desarrollo personal y la espiritualidad, leía por todas partes que hay que vivir desde el amor y no desde el miedo.
Pero no entendía muy bien qué quería decir esa frase tan bonita. Me parecía algo cursi, figurativo y hasta inocente. Yo trataba de ser amor, de dar amor, pero no experimentaba nada más -y nada menos- que el cariño y la conexión con los demás.
A medida que iba avanzando en mi camino de autoconocimiento y conexión con mi esencia, fui sintiendo más confianza en mí misma y en lo que la vida me podía ofrecer.
Era como si soltara la soga del control y me uniera por un hilo invisible a ese Algo Superior que vive la vida a través de mí.
Y entonces comprendí que el amor es nuestra esencia pura. Y vivir desde el amor es actuar siempre desde ese SER esencial que somos, y que nos conecta con la Fuente, Dios o el Universo.
Al principio me costaba mucho salir de mi mente y dejar de intentar controlarlo todo, sobre todo porque las trampas de la mente son tan fuertes que el ego se colaba en forma de pensamiento y me decía “estás siendo irresponsable”.
Pero yo me preguntaba ¿cómo diferenciar confianza de irresponsabilidad?
Y la respuesta la encontré en el cuerpo.
En mi caso, en la boca del estómago. Cuando conectas con tu esencia y te haces las preguntas desde ahí, la respuesta correcta viene en forma de armonía, paz, alegría, sin nudos en el estómago ni sensaciones ahogantes.
Y eso es precisamente vivir desde el amor.
5) NO JUICIO
Muy unido a la aceptación está el no juzgar.
Cuando juzgamos, lo hacemos desde nuestras máscaras y desde el miedo, porque aquello que juzgamos en el otro es algo que no queremos ver en nosotros.
Un ejemplo muy claro es cuando alguien nos dice que no podemos hacer algo, que es una locura, que es imposible… ¿No estará más bien diciendo que él no puede hacerlo, que él lo ve una locura, lo ve imposible?
Por eso, cada vez que siento el impulso de juzgar a alguien, me pregunto: ¿Qué estoy viendo en él que no estoy viendo en mí?
La vida tiene mil maneras de hacernos crecer, y saber utilizar a los demás como nuestro espejo es una preciosa forma de hacerlo.
Para mí, mi gran espejo es mi nenita de dos años, Lua. Con ella tengo miles de oportunidades para practicar la técnica del espejo. Cada vez que me viene el impulso de recriminarle una conducta que no me gusta, o que trato de consolar su llanto, me pregunto qué siento yo que necesita esa atención.
6) DESAPEGO
Durante años mi diálogo interno había sido: “cuando consiga un buen trabajo, seré feliz”, “cuando me case, seré feliz”, “cuando gane mucho dinero, seré feliz”, “cuando consiga un cuerpo de diez, seré feliz”…
Poco después de iniciar mi camino de auto descubrimiento no era muy diferente: “cuando descubra mi propósito, seré feliz”, “cuando triunfe con mi negocio, seré feliz”, “cuando sea reconocida en mi sector, seré feliz”…
Desapegarme del resultado y disfrutar del camino está siendo una de las prácticas que más me está costando. Pero paradójicamente, cuanto más consigo desapegarme de un resultado, más me acerco a éste.
De ahí la importancia de tener claro tu camino, tus valores, tu propósito. Más aún que ponerse objetivos. Porque si vives y actúas en coherencia con ello, los resultados irremediablemente van a llegar.
Ojo, con eso no quiero decir que no haya que ponerse objetivos, pero sí que sepamos no obsesionarnos con ellos. Y es que la importancia del objetivo no es el objetivo en sí, sino la persona en la que nos tenemos que convertir para alcanzarlos.
Observándome me he dado cuenta de que trataba de controlar el resultado cuando me enfrentaba a algo nuevo, a un nuevo aprendizaje, a un nuevo desafío. En definitiva, cuando salía de mi zona de confort.
Es precisamente ante esas situaciones cuando se activa el mecanismo del miedo, que nuestro cerebro reptiliano utiliza para mantenernos en zona segura y evitar que nos pongamos en peligro.
Pero hace tiempo que no somos seres primitivos, amenazados por depredadores en la jungla.
Por eso, cuando dejamos de vivir en modo supervivencia y empezamos a vivir en propósito, a un nivel de consciencia superior, no hay lugar para el miedo, o al menos para dejarnos paralizar por él.
Porque sabemos que todo está como tiene que estar, que pase lo que pase será “para” nosotros, y lo único que tenemos que hacer es confiar y abrir los ojos para saber aprovechar la oportunidad de crecimiento.
7) DUALIDAD
Reconozco que este concepto es el único que no ha llegado a mí de forma natural, al menos no soy consciente de ello. Pero su descubrimiento dejó de ser meramente intelectual y empezó a formar parte de mí de manera muy clara y profunda.
Gracias a mi amigo Arezky Hernández y su Club de la Indagación en Acción, al fin comprendí a nivel profundo lo que -al menos para mí- significa la dualidad.
Desde un prisma lógico, vivimos en el mundo de los opuestos: el bien y el mal, la noche y el día, la luz y la oscuridad, guerra y paz… Así vivimos nuestro día a día con el eterno dilema de elegir, de tomar una decisión u otra.
Cuando en realidad, los opuestos no son más que las dos caras de una moneda.
Del mismo modo que no se puede explicar el bien sin el mal, no puede haber noche sin día, guerra sin paz, la oscuridad no es más que la falta de luz. Clic para tuitear¿Qué significa para mí en mi realidad cotidiana?
Cada vez que me enfrento a una decisión, no hay decisión buena ni mala, porque todas representan diferentes maneras de llegar a un mismo destino. Clic para tuitearCuando comprendes esto, te liberas del peso de tomar la decisión correcta, sobre todo si tienes rasgos perfeccionistas y la autoexigencia te ha acompañado durante gran parte de tu vida.
Lo importante no es el cómo sino el qué.
O sea, si tienes claro quién eres, te responsabilizas de tu vida y conectas tus acciones a un Propósito Superior, a un fin último más allá de ti y de tu propio ego, da igual la escalera que subas, porque todas te llevarán a realizar tu propósito, ya sea una escalera de madera, de mármol o colgante.
¿NO ES BRUTAL?
Para mí comprender esto lo está siendo, y aún sigo en la labor de integrarlo a través de la experiencia.
Con el camino espiritual pasa lo mismo.
Cada uno tiene su momento, su ritmo y sus propias experiencias reveladoras.
“Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí”- Confucio
Lo que te acabo de contar es mi propia experiencia, cómo he vivido y vivo yo la espiritualidad y cómo me ha influido a la hora de descubrir y vivir mi propósito y mi propio camino, no ya solo personal sino también profesional.
Por supuesto no te pido que lo creas ni que lo des por válido. Todo lo contrario. Cuestiónalo, contrástalo, y sobre todo, vívelo.
Lo bonito es que cada uno descubra la #espiritualidad por el camino que decida escoger, teniendo los ojos y el corazón abiertos a lo que la vida nos presenta en cada momento. Clic para tuitearPara el camino espiritual hay que estar preparados.
Cada uno tenemos nuestro momento, pero tenemos que estar preparados para saber detectarlo.
El camino no está en el cielo. El camino está en el corazón – Buda
Siempre he pensado que conecté con mi espiritualidad cuando descubrí mi camino. Pero ahora me doy cuenta de que, en realidad, fue al revés.
Para encontrar mi camino tuve que:
- buscarme y encontrarme a mí misma.
- Salir del piloto automático,
- de la historia que me había contado,
- dejar de buscar culpables fuera,
- y conectar con algo más profundo que latía dentro de mí.
Cuando conecté con mi esencia, con mi verdadero SER y decidí escuchar esa voz interior que siempre había tenido silenciada, conecté con algo más grande.
Cuando sales del ego y te abres a algo más grande que tu propia existencia es cuando descubres la espiritualidad.
Me encanta como lo describe Arezky Hernández: “algunos llegamos a pensar que quizás la solución a esta situación es algo más grande que yo mismo” Y ¡bum!… ahí es donde surge La Espiritualidad.”
Cuando:
- te das cuenta de que no eres lo que piensas, ni lo que sientes, ni siquiera lo que siempre has creído que eres.
- conectas con tu esencia, con ese YO auténtico, puro, y te das cuenta de que formas parte de algo más grande, de que formas parte de una unidad con todo.
- en pequeños momentos de plena consciencia consigues conectar con esa Fuente, Universo, Dios, o como cada uno prefiera llamarlo, y sientes la absoluta convicción de que todo está bien.
Todo es perfecto, todo tiene un sentido, solo que nunca lo viste.
- Lo que antes eran problemas y adversidades se convierten a tus nuevos ojos en retos y oportunidades que te da la vida para crecer y desarrollar esas partes de ti dominadas por el ego.
- Es entonces cuando dejas de vivir desde el miedo y empiezas a vivir desde el amor.
- Y es AHORA cuando conectas con tu propósito de vida, con tus dones, con tu misión.
Yo lo descubrí a partir de una inicial búsqueda de vocación profesional, que desembocó en una auténtica revolución y transformación interior. Dejando de buscar respuestas en los demás, en lo demás, y buscándolas dentro de mí.
Así es como volví a descubrir lo que ya sabía de niña, pero olvidé de adulta: que me encanta ayudar a los demás, que me encanta comunicar, expresar, sentir, crear…
Ése es mi camino. No es ni mejor ni peor, simplemente es el mío.
“Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad… lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino”. C. G. Jung
Es asombroso cómo a la espiritualidad no se llega, sino que es ella quien te alcanza.
Inunda todo tnuestro Ser y se convierte en parte de nosotros mismos. En realidad siempre lo ha sido, solo que no lo vemos.
Para mí la espiritualidad es precisamente eso, conectar con nuestra esencia, ser más nosotros mismos dejando de ser nosotros mismos.
Dejar de identificarnos con nuestra historia, con nuestra personalidad, con nuestro ego y conectarnos con algo más grande, que trasciende a esa visión separada de los demás que nos inculcan desde pequeños.
Y esa conexión no viene de algo externo, sino de dentro de nosotros, de nuestra esencia, de nuestro corazón.
Dejando de buscar fuera lo que ya somos dentro.
Elena dice
Excelente Maite agradecida de tu generosidad
maite dice
Hola Elena,
gracias a tí por tomarte el interés de leer y comentar.
Un abrazo!
cecilia da silva dice
Muy interesante!! me he identificado con muchas cosas de tu proceso, de como ibas cambiando, muchas gracias por compartir Maite.
maite dice
Hola Cecilia,
me encanta que te veas reflejada, al final no somos tan diferentes.
Y aunque no todos vivimos lo mismo ni en las mismas circunstancias, siempre hay momentos vitales de crecimiento por los que todos, tarde o temprano, pasamos.
Un gusto compartir con gente despierta.
Un abrazo!
Cristina dice
Muchas gracias Maite, me ha gustado muchísimo el artículo. Me doy cuenta que muchas veces me dejo dominar por mis pensamientos negativos. Así que voy a empezar a practicar el despego, la gratitud y la aceptación. Estoy en ese camino de conectar con mi espiritualidad.
maite dice
Hola Cristina,
me encanta leerte y ver esa consciencia y determinación.
Gracias a tí porque tus palabras, y sobre todo tu compromiso de acción, hacen que este artículo haya valido la pena escribirlo.
Ojalá te pases por aquí más adelante para compartir cómo avanzas en tu camino 😉
Un abrazo!
Belén dice
Gracias Maite. Precioso artículo.
Supongo que cada quien tiene su camino hacia la espiritualidad y cuando conseguimos esa conexión empiezas a confiar otra vez en ti mismo y en la vida, como cuando éramos niños.❤
maite dice
Hola Belén!
Qué bien lo has descrito. Es justamente ese Camino Inverso hacia nuestra esencia pura, lo que experimentamos cuando somos niños, cuando vivimos en el presente, inocentes, curiosos y confiados.
Cuánto cuesta de adultos soltar esa necesidad de control, ese vivir en el ego, en el miedo…
Pero cuando empiezas el camino de retorno a la esencia y conectas con la fuente, con esa fuerza superior, ya no hay vuelta atrás 🙂
Un abrazo cósmico amiga!
Mariví Porras dice
¡Woooooow Maite, muy pero que muy interesante tu post, y tu camino espiritual! Gracias por compartirlo 🙂
Como dices cada uno tenemos que buscar el nuestro, está bien escuchar el de los demás y cómo han llegado a él, pero no podemos compararnos, todos los caminos están bien, todos son perfectos, y cuando estamos caminando por uno u otro es por algo, todos tienen un sentido.
Fíjate que yo antes pensaba que no era espiritual, sino terrenal y muy, muy mental. Con el tiempo me he ido dando cuenta que sí, que soy espiritual y mucho más de lo que habría imaginado.
¡Y me encanta!, el haber trabajado el desapego, el no juicio y alejarme cada vez más de los resultados, «siendo consciente que hay que ponerse unos objetivos pero no obsesionarse con ellos», y mucho menos con los que la sociedad dice que tienen que ser. Hacerlo así, me ha dado una visión mucho más tranquilizadora de la vida, y disfruto mucho más de todo. ¡Soy más Feliz 🙂 !
La dualidad, tiene que formar parte de nuestra vida, sin ella nada tiene sentido: Miedo-Valentía, Frustración-Motivación, Inseguro-Seguro, Apatía-Entusiasmo, Vulnerabilidad-Control…
Cada uno tenemos que vivir nuestra espiritualidad desde nuestra esencia, a nuestro ritmo, cuando nos demos la LIBERTAD para ESCUCHARNOS, RESPETARNOS y nos RESPONSABILICEMOS de nosotros mismos, de nuestra vida, sabremos que ha llegado el momento.
¡Enhorabuena Maite por el post, que me ha encantado, y por haber llegado a ese punto de espiritualidad desde el cual brillas con luz propia! 😉
¡Un fuerte abrazo para las dos alegres caminantes!
maite dice
Hola Mariví,
qué bueno saber que también estas en ese Camino Inverso espiritual. Todos tenemos una dimensión espiritual, solo que no todos llegamos a conectar con ella.
Para mí también fue todo un punto de inflexión darme cuenta de que, no solo podía permitirme buscar mi propio camino, sino que debía hacerlo. De que todos formamos parte de un todo, y por eso nuestro propósito es SER lo que somos, lo que hemos venido a ser en esencia. ¿Te imaginas a una espina queriendo ser rosa?
Efectivamente, cada uno tenemos nuestro momento y nuestra forma de despertar, aunque me parece que últimamente se está manipulando mucho el tema de la espiritualidad y eso está trayendo más confusión y frustración que otra cosa en el mundo online. Y hasta eso tendrá su función.
Nosotras seguimos en nuestro Camino Inverso de Acción con Alegría, vamooosss!
Saúl dice
Qué grande Maite abriéndote así y mostrándote a todos nosotros. No te dejas nada en el tintero, enseñas con el ejemplo y eso llega sí o sí. Me ha encantado leerte.
Gracias Maite!!
maite dice
Hola Saúl!
Intento ser coherente y honesta conmigo misma y con los demás, y por eso no se me ocurre otra forma de relacionarme con el mundo más que abriéndome en canal, aunque a veces pueda parecer ingenuo o arriesgado.
Gracias a tí por tus palabras!
Un abrazo y nos vemos prontito por Facebook, yeahh! 😉
Adriana dice
Hola Maite!
Me ha encantado leer tu post. Despides una energía positiva, alegre y potente. Yo estoy también en ese camino de búsqueda de mi propia espiritualidad. Abriendo caminos y encontrándome, pasito a pasito.
Felicidades por el post lo he disfrutado mucho.
Un abrazo
maite dice
Hola Adriana,
adelante con ese camino, como bien dices, pasito a pasito que las prisas en la búsqueda espiritual, como en todo, son malas.
Además, lo bonito del camino es recorrerlo, y hacerlo con consciencia, curiosidad, gratitud, y por supuesto.. ¡alegría! ¿verdad Ana? 😉
Gracias por pasarte a comentar.
Seguimos!
Virginia Obeso dice
Wooow !! Menudo post, me quedo con muchas frases muy potentes.
Me quedo tambien con la exposicion yo diria que circular que empieza con el miedo y termina con la dualidad nuevamente (del amor y el miedo). Creo que en cada pequeño «conflicto/retos» ir pasando por cada uno de los puntos es importante y nos irá dando una informacion muy valiosa de todo ese despertar.
Creo que la espiritualidad nace con nosotros y espera con paciencia hasta mostrarse y que podamos reconocerla.
Cuando nos damos cuenta, cuando miramos al otro y luego nos vemos a nosotros mas en profundidad.
Cuando sentimos al otro, cuando nos hemos sentido a nosotras mismas y viceversa.
Todo empieza y acaba, todo gira otra vez.
Redescubriendote como siempre fuiste quitando las piedras de un muro que te creaste tu misma.
Gracias por esta reflexion y por mostrarla.
Un abrazo
Virginia
maite dice
Hola Virginia,
eso es, cada conflicto es un reto de crecimiento, una oportunidad maravillosa de seguir descubriéndonos a nosotros mismos. Y en ellos siempre está presente el miedo, porque al final se trata de afrontar lo desconocido en nosotros, y eso a nuestra mente egoica no le mola nada.
Con el miedo he tenido una historia de amor fascinante, primero lo odiaba, después lo rechazaba y luego no pude más que enamorarme de él, porque siempre me eseña cuál es el camino.
Así que sí, el artículo no puedo sino empezar y acabar con el miedo, y aunque lo hice de forma inconsciente (no me había dado cuenta hasta que te he leído) tiene todo el sentido.
Este camino inverso de vuelta a nosotros mismos nunca acaba, y más que circular yo diría que es espiral, porque aunque volvemos a pasar por los mismos puntos cada vez lo hacemos desde un nivel de conciencia superior, y eso es magia.
Muchas gracias por tu maravilloso comentario y ¡seguimos!
Un abrazo!
Natalia dice
Muy lindo post, gracias por compartirlo! menos mal que venciste esos prejuicios y te animaste hacerlo, porque lo hiciste fenomenal 🙂
La espiritualidad es algo tan subjetivo creo yo… Cada uno la siente, la vive, la transmite a su manera. Trasciende religiones, teorías, enfoques únicos.
La llevamos dentro, la podemos compartir, pero depende de nosotros cuánto querramos hacer foco en ello, darle espacio y el momento de la vida que estemos atravesando. Aprender a respetar que «espiritualidad» puede tener una definición en el diccionario, pero cada uno de nosotros puede tener la propia que le haga consonancia con su vida, pudiéndole brindar armonía y equilibrio.
Saludos!
Natalia
maite dice
Hola Natalia,
efectivamente, cada uno tenemos nuestro ritmo y la vida nos va dando (o nosotros vamos viendo) lo que en cada momento estamos preparados para ver.
Ahora me doy cuenta de que más que ser algo subjetivo es algo que cada uno vive en una etapa y desde un enfoque diferente. Pero lo que sí es verdad es que cuanto más te adentras y aceptas tu espiritualidad más sentido cobra todo.
Es un camino sin final, como el autoconocimiento y el desarrollo personal en general, y por eso es fascinante disfrutar cada momento, cada fase, cada descubrimiento, porque lo que importa no a dónde nos lleve, sino desde donde caminamos.
Un abrazo y gracias por pasarte a comentar! 🙂
Maria Jose dice
He llegado a este blog por coincidencia pero al parecer la casualidad no existe, todo este conocimiento sobre espiritualidad es maravilloso y ha llegado a mí en el mejor momento.
maite dice
Hola Maria José,
qué bueno que hayas aterrizado aquí en este momento, espero que te ayude en tu camino de despertar y crecimiento.
Efectivamente las casualidades no existen, son maravillosas sincronicidades que casi siempre nos pasan desapercibidas cuando estamos «dormidos» y vivimos en piloto automático.
Así que el hecho de que hayas aterrizado aquí es señal de que es tu momento para aprovecharlo.
Un abrazo!
Sandra dice
Wow! Buenísimo lo que nos dice Maité la verdad casi nadie se toma nada de tiempo para desarrollar su inteligencia emocional, es por eso que nos pasa de tener miedo a lo desconocido, a no permitirnos sentir ciertos sentimiento o a darnos oportunidades, gracias por compartir!
maite dice
Hola Sandra,
efectivamente, pocos dedican el tiempo a su crecimiento personal y a prestar atención a sus emociones, pero es que no se nos educa para ello, sino para todo lo contrario. En el colegio nos adiestran para acumular información del exterior y apagar nuestra voz interna, no sea que nos demos cuenta de que no queremos lo que nos ofrecen.
Pero es nuestra responsabilidad y nuestro derecho descubrirnos, conocer nuestras emociones, nuestros miedos, nuestras sombras, pero también nuestras luces, nuestros dones y darnos la oportunidad de brillar.
Gracias a tí por comentar, un abrazo!
Diana Garcés dice
Maite, como siempre leerte es como hacer un viaje. Uno que no sabes cuál va a ser el destino pero que a la final no importa porque tienes claro que lo disfrutarás y aprenderás un montón.
Muchas gracias por compartir tu experiencia. Hablar de retos y de estas propuestas que nos sacan de nuestro centro no es un tema sencillo, pero como bien dices el miedo se convierte en aliado, creo yo sobre todo cuando nos hemos trabajado y cuando tenemos súper claro nuestro mensaje.
Puede ser un tema espiritual o a veces simplemente de conexión divina. El asunto es identificarte con ello, sentirte a gusto, libre y tener claro que aunque esto lo has logrado tú, no es un trabajo de ti sola. Tienes ayuda y esa ayuda la puedes llamar como quieras, pero siempre ha estado ahí, lista para venir a ti 🙂
Un abrazo preciosa y gracias por ponernos a pensar en esto del camino de la espiritualidad 🙂
Amparo Bonilla dice
Cada uno somos un mundo aparte y creo que en el camino se va encontrando lo que nos va encaminando a lo que queremos ser en la vida, bueno o malo, las decisiones no siempre es el mejor reflejo de lo que queremos ser, pero a la final es lo que nos sostiene en este mundo.
alexandra dice
Pocas personas se detiene en analizar como se llevan consigo mismo. Me encantó leer este post, porque me ha permitido darle luz a muchas cosas que hoy en día me llevan a vivir en guerra conmigo misma.
Aceptar lo que es no es nada fácil, pero hay cosas que sencillamente son lo que son.
La gratitud es una virtud que todos poseemos, dar las gracias por las cosas que funcionan y dejaron de funcionar, siempre nos llevará a vivir en el presente.
La vida nos va enseñando mediante lecciones difíciles, que siempre podemos salir de ellas y renacer. Me encanta las personas con alma espiritual y que no tiene miedo en seguir el curso de la vida.